Parecía que la única alternativa real de Tsipras era
poder amagar con salir del Euro e ir al impago, pero ha tenido que reconocer
que esto no es factible, ya que el país no cuenta con reservas de divisas
suficientes como para poder afrontar con seriedad una salida del Euro. Algo que
Varoufakis ya sabía desde el principio…
“Es un gran fracaso democrático que Berlín pretenda
socavar al Gobierno griego”, denunciaba el diputado Papadimoulis… mientras la
brecha abierta entre el norte y el sur de Europa se amplía cruelmente.
Y
Grecia ha pasado de votar contra el plan de la Troika a aceptar una cesión
completa de la soberanía fiscal de su país para convertirlo en el Land 17 de
Alemania…mucho más que un plan de austeridad.
Se
trata de que Alemania cobre su Deuda. Y sus 80 millones de
habitantes son la clave. Votaron en su día por Merkel, que, junto a Schauble,
responde al sentir de sus votantes.
El mensaje es demasiado obvio par Grecia. No se puede
prometer acabar con la austeridad y seguir en el Euro sin tener el consenso del
resto de países.
El Acuerdo sobre la deuda externa alemana de 1953 (Acuerdo de Londres de 1953), consistió en la
quita o anulación de parte de la deuda externa alemana en un 62%; tanto las
deudas contraídas en el período de entreguerras (Primera Guerra Mundial y
Segunda Guerra Mundial) como las deudas resultantes de la postguerra por parte
de 25 países acreedores. Pero los
alemanes ya no se acuerdan de aquello. Es historia.
Para Grecia es ahora la salida del Euro o el total
sometimiento. Pero Tsipras no ha tenido valor para acometer sus promesas
electorales. Y ha claudicado.
Al final Europa seguirá prestando a Grecia para que
pueda pagar su Deuda, cada vez mayor, una Deuda que nunca se podrá liquidar…aunque
Alemania se quiera quedar con el Land mediterráneo como parte de pago.
Grecia
ha perdido una oportunidad histórica, porque ya lo dijo Keynes:
“Si
yo te debo una libra, tengo un problema; pero si te debo un millón, el problema
es tuyo”.
Mark
de Zabaleta
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